Poeta, traductor y crítico literario español en lengua castellana y catalana, nació el 22 de junio de 1945. Estudió Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad en Barcelona. Como poeta, su primer libro fue Mensaje del Tetrarca, publicado en 1963, que le siguieron otros con notable éxito. Todo ello le valió el reconocimiento unánime como uno de los poetas más originales nacidos después de la guerra civil española. Su primer libro en catalán se publicó en 1970 con Els miralls, que le siguieron otros en el mismo idioma, en los que explora las tenues fronteras entre diversas realidades. A partir de ese año toda su producción literaria se hará en catalán. Como prosista, es autor de Dietari, en dos décadas de artículos recopilados en el periódico “El Correo Catalán”, donde hace una introspección de la sociedad y los intelectuales de su tiempo. Entre otros galardones, recibió el Premio Nacional de las Letras en 1998, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en el 2000, el Premio Ramón Llull y el de la Crítica, el Premio de Ensayo Octavio Paz en el 2006 y el Premio Terenci Moix en el 2008. En 1985 fue elegido miembro de la Real Academia Española.
ELEGÍA
Morir serenamente como nunca he vivido
y ver pasar los coches como en una pantalla
y las canciones lentas de Nat King Cole
un saxofón un piano los atardeceres en las terrazas bajo los
parasoles
esta vida que nunca llegué a interpretar
el viento en los pasillos las ventanas abiertas todo es blanco
como en una clínica
todo disuelto como una cápsula de cianuro en la oscuridad
Se proyectan diapositivas con mi historia
entre el pesado olor del cloroformo
Bajo la niebla del quirófano extrañas aves de colores anidan
EL ARPA EN LA CUEVA
Ardía el bosque silenciosamente.
Las nubes del otoño proseguían
su cacería al fondo de los cielos.
posesión. Ya no oís la voz del cuco.
¿Qué ojo de dragón, qué fuego esférico,
qué tela roja, tafetán de brujas,
vela mis ojos? Llovió, y en la hierba
queda una huella. Mas he aquí que arde
nítido y muy lejano el bosque en torno,
un edificio, una pavesa sola,
una lanza hasta el último horizonte,
cual tirada a cordel. Nubes. El viento
no murmura palabras al oído
ni repite otra historia que ésta: ved
el castillo y los muros de la noche,
el zaguán, el reloj, péndulo insomne,
los cayados, las hachas, las segures;
ofertas a la sombra, todo cuanto
abandonan los muertos, el tapiz
dormido de hojas secas que pisamos
entrando a guarecemos. Pues llovía
-se quejaban las hojas- y el cristal
empañado mostró luego el incendio
como impostura. ¿Llegarán las lenguas
y la ira del fuego, quemarán
desde la base el muerto maderamen,
abrirán campo raso donde hubo
cerco de aire y silencio? No es inútil
hablar ahora del piano, los visillos,
las jarras de melaza, el bodegón,
los soldados de plomo entre serrín,
las llaves de la cómoda, tan grandes,
como en el tiempo antiguo. No es inútil.
Pero qué cielo éste del otoño.
La abubilla que habla a los espíritus,
la urraca, el búho, la corneja augur,
el gavilán, huyeron" Ni una sombra
se interpone entre el lento crepitar
y el cielo en agonía. Abrid un templo
para este misterio. Sangre cálida
dejó tu pecho suave entre mis manos,
amada mía: un goterón de púrpura
muy tembloroso y dulce. Como yesca
llameó la paloma sin quejarse.
La muerte va vestida de dorado,
dos serpientes por ojos. Qué silencio.
Tarda el fuego en llegar al pabellón
y hay que ir retirándose. Ni un beso
de despedida. Quedó sólo un guante
o un antifaz vacío. Cruces, cruces
para ahuyentar los lobos!
Un guerrero
trae la armadura agujereada a tiros.
En sus cuencas vacías hay abejas.
Lagartos en sus ingles. Las hormigas,
ah, las hormigas besan por su boca.
Espadas de la luz, rayos de luna
sobre mi frente pálida! Un instante
velando sorprendí a vuestro reflejo
la danza de Silvano. Ágiles pies,
muslos de plata piafante. El agua
lavó esta huella de metal fundido.
Y un resplandor se acerca. Así ha callado
el naranjo en la huerta, y el murmullo
de su brisa no envía el hondo mar.
Vivir es fácil. Qué invasión, de pronto,
qué caballos y aves. Tras las nubes
otras nubes acechan. Descargad
este fardo de lluvia. ¡Un solo golpe,
como talando un árbol de raíz!
Se agradece la lluvia desde el porche
cuando anochece y ya los fuegos fatuos
gimen y corretean tras las tapias,
como buscándonos. Recuerdo que encendías
un cigarrillo antes de irte. Luego
el rumor de tus pasos en la grava,
sobre las hojas secas. Nieve, nieve,
quema mi rostro, si es que has de venir!
Se agradece la lluvia en esta noche
del otoño tardío. Canta el cuco
entre las ramas verdes. Un incendio,
un resplandor el bosque nos reserva
a los que aún dormimos bajo alero
y tejas, guarecidos de la vida
por uralita o barro, como si
no estuvieran entrando ya los duendes
con un chirrido frágil
por esta chimenea enmohecida.
INVIERNO
Precisa cual la escarcha, noche estricta,
Árboles: alegorías del camino.
La luz, cuajada, este silencio dicta.
Mi ser todo renuncia a su destino.
LA MUERTE EN BEVERLY HILLS
V
En las cabinas telefónicas
hay misteriosas inscripciones dibujadas con lápiz de labios.
Son las últimas palabras de las dulces muchachas rubias
que con el escote ensangrentado se refugian allí para morir.
Última noche bajo el pálido neón, último día bajo el sol alucinante,
calles recién regadas con magnolias, faros amarillentos de
los coches patrulla en el amanecer.
Te esperaré a la una y media, cuando salgas del cine -y a
esta hora está muerta en el Depósito aquélla cuyo
cuerpo era un ramo de orquídeas.
Herida en los tiroteos nocturnos, acorralada en las esquinas
por los reflectores, abofeteada en los night-clubs,
mi verdadero y dulce amor llora en mis brazos.
Una última claridad, la más delgada y nítida,
parece deslizarse de los locales cerrados:
esta luz que detiene a los transeúntes
y les habla suavemente de su infancia.
Músicas de otro tiempo, canción al compás de cuyas viejas
notas conocimos una noche a Ava Gardner,
muchacha envuelta en un impermeable claro que besamos
una vez en el ascensor, a oscuras entre dos pisos, y
tenía los ojos muy azules, y hablaba siempre en voz
muy baja- se llamaba Nelly.
Cierra los ojos y escucha el canto de las sirenas en la noche
plateada de anuncios luminosos.
La noche tiene cálidas avenidas azules.
Sombras abrazan sombras en piscinas y bares.
En el oscuro cielo combatían los astros
cuando murió de amor,
y era como si oliera muy despacio un perfume.
MADRIGAL
Amor, con el poder terrible de una rosa
tu piel tensa me ha saqueado los ojos, y es demasiado claro
este color de velas en un mar liso. ¡Dulzura,
la tan cruel dulzura violeta
que las nalgas defienden, como el nido de la luz!
Porque una rosa
tiene el poder de la seda: tacto mortal, estíos
agotadores, con el grueso de un tejido rasgándose,
la claridad estrellada en las cornisas
y el cielo, ventana allá, con negrura de desagüe.
Por la noche, el hombre
de anteojos ahumados, en la cocina de gas,
acaricia los enseres de Auschwitz, las tenazas alquímicas,
las ampollas de cal. Amor, el hombre de guantes oscuros
no arrasará el color de valva de un vientre,
el regusto de ginebra y aceitunas de la piel;
no arrasará la luz de una rosa inmortal
que la simiente deshoja con pico tierno.
Y ahora veo a la garza
real, cruzándose de alas en la habitación,
la garza que, con la luz que capitula,
es plumaje y calor, y es como el cielo:
sólo claridad marina
y después un recuerdo de haber vivido contigo.
UNIDAD
A María José y Octavio Paz
Dictado por el ocaso,
por el aire oscuro, se abre el círculo
y lo habitamos: transiciones, espacio
intermedio. No el lugar
de la revelación, sino el lugar
del reencuentro. La espada
que divide la luz.
Del ojo a la mirada,
la claridad eterna, el país de los sonidos,
la campana que encierra la visión terrestre
como el ojo inexorable de la forma floral
fija el fuego de un carbunclo. Este ojo
¿ve a mi ojo? Es un espejo de flamas
el ojo que ahora me ve. Con sonido de poleas,
los ejes de la noche. Desarbolada,
naufraga la oscuridad y, a tientas,
el sol conoce a la noche.
DIDO Y ENEAS
I
Esta bien y es una norma: fuera del paraíso,
recordando, no a Eliot, sino una traducción de Eliot,
(nuestra vida como los pocos versos que quedan de T. E. Hulme)
las naves que conducen a los guerreros difuntos,
(qué dios, qué héroe bajo los cielos recibirá esta carga),
la madera clafateada, el chapaleo las oscuras olas,
avanzando, no hacia un reino ignorado, no hacia el recuerdo o la infancia,
sino más bien hacia lo conocido. Así vuelve de pronto Milán,
una noche, a los dieciséis años: luz en la luz, relámpago,
rosa y cruz de la aurora (los tranvías, disueltos en el crepúsculo,
de oro, de oro y en mi pecho qué frágiles)
Dido y Eneas, sólo una máscara de nieve,
un vaciado en yeso tras el maquillaje escarlata,
como danzarina etrusca,
cálido fox,
oscuro petirrojo,
la imperial de los ómnibus de Nueva Orleans está pintada de amarillo
y hay que bailar con un alfiler de oro en la mejilla
(como cuando se rezan oraciones para conjurar al Ruiseñor
y la Rosa o al milano en la tarde)
Amor mío, amor mío, dulce espada,
las llamas invadieron las torres de Cartago y sus jardines,
qué concierto en la nieve para piano
qué concierto en la nieve.
II
Y aún nos es posible cierta aspiración al equilibrio,
la pureza de líneas, el trazado de un diseño,
el olvido de la retórica de lo explícito por la retórica de las alusiones,
los recursos del arte (la piedra presiente la forma),
el recuerdo de una tarde de amor o un rezo en la capilla del colegio,
la vidriera teñía los rostros de un esplendor violeta,
naufragaban en la claridad submarina las hebillas de oro de los caballeros,
todo en escorzo, la luz amarilla chorreando en las botas y los cintos,
las cabezas extáticas, vueltas al cielo raso, porcelana de la tarde,
la quilla, los velámenes,
(qué costas y escolleras),
las islas, timonel,
en el viento nos llegan los cabellos de una sirena, las arenas doradas,
historias de hombres ahogados en el mar.
¿Qué costas? ¿Qué legiones?
ART POÈTICA
Alguna cosa més el do de síntesi:
veure en la llum el trànsit de la llum
SEGONA VISIÓ DE MARÇ
I
La gent, als barris més obscurs,
amb els fanals i el sutge ¬els nois que a la nit escuren xemeneies amb mans tèbies
i als murs llatzerats de l'hospici dibuixen inscripcions paleolítiques ¬un isard, una serp, la mort d'una euga¬
i sota els fanals es besen i moren a punta de navalla amb claqué
i en espesseir-se la boira amara els seus barrets de copa ¬tot oli i fum a les cases aquelles del port
on vénen a parar els blancs escots, la sang dels envelats, els llits de matrimoni,
l1acordió dels bals-musette, ja una mica marcida la mestressa, rossa molt mal tenyida ¬però els ulls blaus són ben joves¬ que fumava Gauloises,
i ara, en fer-se de nit,
la flama dels becs de gaz,
com els llavis d'una dona
que em besés les parpelles,
perquè els ulls es tancaven per morir o estimar.
II
Fa fred, als barris més obscurs, i la gent pensa encara
en la gorra de feltre i l'hule d'una Browning a la butxaca,
perquè a les dues primeres cantonades no, però a la tercera es trencarà d'un cop de puny el vidre
i les nenes que juguen al carreró, com en un vell film de Chaplin
-rosses, un jersei de color esmorteït, els ulls de perla marina-,
ofegades amb laaços i cintes i la foscor del Metro,
quan el carrer d'Aribau semblava tret d'un noticiari de postguerra
(les noies enterrades al Fossar de les Moreres, amb consultori sentimental i olor de midó i de cuina -la ràdio, havent sopat, com una veu del país dels morts),
ànima, ànima meva, qui et cridava a un estiu de glicines?
III
Com els homes que s'acompleixen en l'acció, o en el desig, o amb un cos tebi al fons d'un carreró,
al fons d'un diorama com els que hi havia abans a Colón, representant la descoberta d'Amèrica, a l'estil de les composicions d'època del segle passat,
encara que es movia una mica el paper de les atzavares, pintadas amb un drac verd que ensenyava els ullals a darrer terme,
i tots a la piragua -els qui travessem les negres aigües del Leteu,
així el poema alhora pateix de la imperiosa necessitat de designar el real
i no el pot designar: li calen les paràfrasis per al.ludir al trànsit d'un núvol, a l'estiu,
a la corolla tèbia que es desfà dins els llavis,
al sentiment de nostàlgia, a la por, a la presa de contact amb les obscuritats de la memòria,
allò que fa i desfà el poema, la pèrdua de contacte amb la consciència
que ens espera en un cocktail -i aquell home de smoking
és ja un home tan mort com un actor de cinema.
Així, doncs, la paraula esdevindrà parany
nomé en la mesura que ho voldrem: cendra o música,
és tal volta un esforç de lucidesa, i la simultaneïtat de plans
hi correspon a la complexitat d' una experiencia: és a dir,
que no es podria explicar de cap altra manera aquell moment entre dues estacions, en sortir de Salzburg,
amb els llums i les vies -angle rasant, un nen jugava amb boira- lúgubres, lúgubres,
i només un poema pot explicar per què aquell home mal afaitat i ebri té ulls de príncep.
La desfeta d'un món: vet aquí la grandesa,
i tant se val que caigui una vamp amb pells de visó com un company d'escola del qual només recordem les mans que tremolaven sota el pupitre una tarda d'estiu.
IV
Mai no he viscut la distància entre allò que volem dir i allò que diem realment,
la impossibilitat de copsar la tensió del llenguatge, d'establir un sistema d'actes i paraules,
un cos de relacions entre el poema escrit i la seva lectura.
Potser un discurs eliotà a vegades, em penso que aquest poema posa realment en perill
un dels nivells de la meva poesia: és a dir, que el discurs
mostra aquí alhora les dues cares del mirall.
El tanco, i giravolta:
de nit, amb llum, a la foscor daurada, als carrers o a la mort,
com la remor del bosc i els arbres que tallats hi cauen en silenci
¬sinó al meu cor ¿a on?
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