Gerardo Diego nace en Santander el 3 de octubre de 1896. Cursó estudios en el Instituto General y Técnico. Muy niño aprende a tocar el piano; la música le acompañará ya siempre e impregnará su poesía. Estudia Letras en la Universidad de Deusto, con Juan Larrea como compañero, y se examina en la Universidad de Salamanca con Miguel de Unamuno, entre otros. En 1916 terminaría la carrera en la Universidad de Madrid. En 1918, en “El Diario Montañés”, publica el cuento "La caja del abuelo", su primera obra literaria. Por esas fechas pronuncia una polémica conferencia en el Ateneo de Santander con el título de "La poesía nueva". Obtiene, por oposición, y ante un tribunal que preside Emilia Pardo Bazán, la cátedra de Lengua y Literatura del instituto de Soria, en 1920, por lo que se traslada a vivir a la ciudad para trabajar en el mismo centro docente en el que lo había hecho Antonio Machado. Con el primer sueldo se costea la publicación de su primer libro de versos, El romancero de la novia, mientras que su nombre aparece en colaboraciones en las revistas más avanzadas del momento: “Grecia”, “Cervantes”, “Reflector”, etc. Luego vendrán los contactos de nuestro poeta y Juan Larrea con Vicente Huidobro, a quien conocen en 1921 y visitan en París en 1922, mientras aparecen sus primeros libros vanguardistas -Imagen y Manual de espumas- y prepara el que obtendría, en 1925, el Premio Nacional de Literatura: Versos humanos. Por estos años desempeña su cátedra en Gijón, en el Real Instituto Jovellanos. La amistad con los poetas más jóvenes -Guillén, Dámaso Alonso, Salinas, Alberti, García Lorca- genera en 1927 actividades que tendrán trascendencia histórica singular: crea la revista Carmen, con su suplemento, Lola; organiza las ediciones conmemorativas del centenario gongorino -a él le correspondería llevar a cabo una magnífica Antología poética en honor de Góngora-; y participa en la famosa excursión a Sevilla, posando con sus compañeros en la conocida fotografía generacional en el Ateneo de la ciudad andaluza. Realiza a partir de entonces viajes que dejarán huella en su poesía, tanto por España -Galicia, sobre todo- como por Latinoamérica -Uruguay y Argentina. En 1932 lleva a cabo su histórica Antología 1915-1931 de poetas contemporáneos en la que forman, junto a poetas consagrados, los que constituían la nómina central de la "joven literatura". Y, a partir de ese año, ya catedrático en Madrid, después de algunos otros en Santander, participa directamente en reuniones y tertulias muy trascendentes para la historia literaria española. En 1934 se casa con la estudiante francesa Germaine Marin. A final de año realiza su viaje más prolongado, a las Islas Filipinas, en misión cultural. Trasladado de nuevo a Santander, veranea en Sentaraille, en el Pirineo francés, donde en julio de 1936 le sorprende el inicio de la guerra civil. No regresaría a la capital cántabra hasta su toma por el ejército nacional, en el verano de 1937. Es entonces cuando se incorpora, tras la inevitable depuración, a su cátedra, que, finalizada la contienda, trasladaba al Instituto Beatriz Galindo de Madrid. En este centro permanecería hasta su jubilación. Los difíciles años de posguerra no le impiden ser uno de los primeros poetas en publicar libros en España y, así, en 1940 aparece Ángeles de Compostela, y en 1941, Alondra de verdad, junto a Romances y Primera antología de sus versos. La actividad literaria del poeta es muy conocida y respetada, por lo que en 1947 es elegido para ocupar un sillón en la Real Academia Española. Los años siguientes serán de intensa actividad, con la publicación de nuevos libros, homenajes, viajes y premios nacionales e internacionales, entre los que destaca el Calderón de la Barca, en 1962, por su única incursión teatral: su retablo escénico El cerezo y la palmera. Recibe también el Premio de la Société des Poétes Françaises. El reconocimiento por parte de la nueva España vendría en 1979 con la concesión del Premio Miguel de Cervantes, que compartiría con Jorge Luis Borges, y que sucesivamente recibirían todos los poetas de su generación. Su muerte acaece el 8 de julio de l987.
FÁBULA DE EQUIS Y ZEDA
Amor
Góngora 1927
Era el mes que aplicaba sus teorías
cada vez que un amor nacía en torno
cediendo dócil peso y calorías
cuándo por caridad ya para adorno
en beneficio de esos amadores
que hurtan siempre relámpagos y flores
Ella llevaba por vestido combo
un proyecto de arcángel en relieve
Del hombro al pie su línea exacta un rombo
que a armonizar con el clavel se atreve
A su paso en dos lunas o en dos frutos
se abrían los espacios absolutos
Amor amor obesidad hermana
soplo de fuelle hasta abombar las horas
y encontrarse al salir una mañana
que Dios es Dios sin colaboradoras
y que es azul la mano del grumete
-amor amor amor- de seis a siete
Así con la mirada en lo improviso
barajando en la mano alas remotas
iba el galán ladrándole el aviso
de plumas blancas casi gaviotas
por las calles que huelen a pintura
siempre buscando a ella en cuadratura
Y vedla aquí equipando en jabón tierno
globos que nunca han visto las espumas
vedla extrayendo de su propio invierno
la nieve en tiras la pasión en sumas
y en margaritas que pacerá el chivo
su porvenir listado en subjuntivo
Desde el plano sincero del diedro
que se queja al girar su arista viva
contempla el amador nivel de cedro
la amada que en su hipótesis estriba
y acariciando el lomo del instante
disuelve sus dos manos en menguante
«A ti la bella entre las iniciales
la más genuina en tinta verde impresa
a ti imposible y lenta cuando sales
tangente cuando el céfiro regresa
a ti envío mi amada caravana
larga como el amor por la mañana
Si tus piernas que vencen los compases
silencioso el resorte de sus grados
si más difícil que los cuatro ases
telegrama en tu estela de venados
mis geometrías y mi sed desdeñas
no olvides canjear mis contraseñas
Luna en el horno tibio de aburridas
bien inflada de un gas que silba apenas
contempla mis rodillas doloridas
así no estallen tus mejillas llenas
contempla y dime si hay otro infortunio
comparable al desdén y al plenilunio
Y tú inicial del más esbelto cuello
que a tu tacto haces sólida la espera
no me abandones no Yo haré un camello
del viento que en tus pechos desaltera
y para perseguir tu fuga en chasis
yo te daré un desierto y un oasis
Yo extraeré para ti la presuntuosa
raíz de la columna vespertina
Yo en fiel teorema de volumen rosa
te expondré el caso de la mandolina
Yo peces te traeré -entre crisantemos-
tan diminutos que los dos lloremos
Para ti el fruto de dos suaves nalgas
que al abrirse dan paso a una moneda
Para ti el arrebato de las algas
y el alelí de sálvese el que pueda
y los gusanos de pasar el rato
príncipes del azar en campeonato
Príncipes del azar Así el tecleo
en ritmo y luz de mecanografía
hace olvidar tu nombre y mi deseo
tu nombre que una estrella ama y enfría
Príncipes del azar gusanos leves
para pasar el rato entre las nieves
Pero tú voladora no te obstines
Para cantar de ti dame tu huella
La cruzaré de cuerdas de violines
y he de esperar que el sol se ponga en ella
Yo inscribiré en tu rombo mi programa
conocido del mar desde que ama»
Y resumiendo el amador su dicho
recogió los suspiros redondeles
y abandonando al humo del capricho
se dejó resbalar por dos rieles
Una sesión de circo se iniciaba
en la constelación decimoctava.
MADRIGAL
A Juan Ramón Jiménez
Estabas en el agua
Estabas que yo te vi
Todas las ciudades
lloraban por ti
Las ciudades desnudas
balando como bestias en manada
A tu paso
las palabras eran gestos
como estos que ahora te ofrezco
Creían poseerte
porque sabían teclear en tu abanico
Pero
No
Tú
no estabas allí
Estabas en el agua
que yo te vi
ÁNGELUS
Estabas en el agua
Estabas que yo te vi
Todas las ciudades
lloraban por ti
Las ciudades desnudas
balando como bestias en manada
A tu paso
las palabras eran gestos
como estos que ahora te ofrezco
Creían poseerte
porque sabían teclear en tu abanico
Pero
No
Tú
no estabas allí
Estabas en el agua
que yo te vi
ÁNGELUS
A Antonio Machado
Sentado en el columpio
el ángelus dormita
Enmudecen los astros y los frutos
Y los hombres heridos
pasean sus surtidores
como delfines líricos
Otros más agobiados
con los ríos al hombro
peregrinan sin llamar en las posadas
La vida es un único verso interminable
Nadie llegó a su fin
Nadie sabe que el cielo es un jardín
Olvido.
El ángelus ha fallecido
Con la guadaña ensangrentada
un segador cantando se alejaba
VALLE VALLEJO
Albert Samain diría Vallejo dice
Gerardo Diego enmudecido dirá mañana
y por una sola vez Piedra de estupor
y madera dulce de establo querido amigo
hermano en la persecución gemela de los
sombreros desprendidos por la velocidad de los astros
Piedra de estupor y madera noble de establo
constituyen tu temeraria materia prima
anterior a los decretos del péndulo y a la
creación secular de las golondrinas
Naciste en un cementerio de palabras
una noche en que los esqueletos de todos los verbos intransitivos
proclamaban la huelga del te quiero para siempre siempre siempre
una noche en que la luna lloraba y reía y lloraba
y volvía a reír y a llorar
jugándose a sí misma a cara o cruz
Y salió cara y tú viviste entre nosotros
Desde aquella noche muchas palabras apenas nacidas fallecieron repentinamente
tales como Caricia Quizás Categoría Cuñado Cataclismo
Y otras nunca jamás oídas se alumbraron sobre la tierra,
así como Madre Mira Moribundo Melquisedec Milagro
y todas las terminadas en un rabo inocente
Vallejo tú vives rodeado de pájaros a gatas
en un mundo que está muerto requetemuerto y podrido
Vives tú con tus palabras muertas y vivas
Y gracias a que tú vives nosotros desahuciados acertamos a levantar los párpados
para ver el mundo tu mundo con la mula y
el hombre guillermosceundario y la tiernísima niña y
los cuchillos que duelen en el paladar
Porque el mundo existe y tú existes y nosotros probablemente
terminaremos por existir
si tú te empeñas y cantas y voceas
en tu valiente valle Vallejo
EL CIPRÉS DE SILOS
A Ángel del Río
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
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