León Felipe nació en Tábara (Zamora) en 1884 y falleció en Ciudad de México en 1968. Químico farmacéutico de profesión. Gran parte de su vida residió fuera de España viajando por Hispanoamérica y enseñando literatura en universidades de gran prestigio (Cornell, Columbia, Autónoma de México, etc.). Republicano apasionado, en 1939 emprende el exilio del cual nunca volverá a su tierra. Destacó como traductor en su versión libre del famoso “Canto a mi mismo” de Walt Whitman y de otros autores de lengua inglesa. Su obra poética más importante la constituyen los volúmenes Versos y oraciones del caminante I y II (1920, 1929), Drop a star (1933), Antología (1935), La insignia (1937), El payaso de las bofetadas (1938), El hacha (1939), Español del éxodo y el llanto (1939) El poeta prometeico (1942), Parábola y poesía (1944), Antología rota (1947), El viento y la paz (1958), El siervo (1960), Obras Completas (1963) y ¡Oh, este viejo y roto violín! (1965).
COMO TU
Así es mi vida,
piedra,
como tú; como tú,
piedra pequeña;
como tú,
piedra ligera;
como tú,
canto que ruedas
por las calzadas
y por las veredas;
como tú,
guijarro humilde de las carreteras como tú,
que en días de tormenta
te hundes
en el cieno de la tierra
y luego
centellas
bajo los cascos
y bajo las ruedas;
como tú, que no has servido
para ser ni piedra de una Lonja,
ni piedra de una Audiencia,
ni piedra de un Palacio,
ni piedra de una Iglesia;
como tú,
piedra aventurera;
como tú,
que, tal vez, estás hecha
sólo para una honda,
piedra pequeña
y
ligera ...
VENCIDOS...
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar...
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,
y va ocioso el caballero, sin peto y sin espaldar...
va cargado de amargura...
que allá encontró sepultura
su amoroso batallar...
va cargado de amargura
que allá «quedó su ventura»
en la playa de Barcino, frente al mar...
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar...
va cargado de amargura...
va, vencido, el caballero de retorno a su lugar.
Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura,
en horas de desaliento así te miro pasar...
y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar;
hazme un sitio en tu montura,
caballero derrotado,
hazme un sitio en tu montura
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar.
Ponme a la grupa contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupa contigo
y llévame a ser contigo
pastor...
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar...
PIE PARA EL NIÑO DE VALLECAS DE VELÁZQUEZ
Bacía, Yelmo, Halo,
Este es el orden Sancho
De aquí no se va nadie.
Mientras esta cabeza rota
del niño de Vallecas exista,
de aquí no se va nadie. Nadie.
Ni el místico ni el suicida.
Antes hay que deshacer este entuerto,
antes hay que resolver este enigma.
Y hay que resolverlo entre todos,
y hay que resolverlo sin cobardías,
sin huir
con unas alas de percalina
o haciendo un agujero
en la tarima.
De aquí no se va nadie. Nadie.
Ni el místico, ni el suicida.
Y es inútil,
inútil toda huida
(ni por abajo
ni por arriba).
Se vuelve siempre. Siempre.
Hasta que un día (¡un buen día!)
el yelmo de Mambrino
-halo ya, no yelmo ni bacía -
se acomode a las sienes de Sancho
y a las tuyas y a las mías
como pintiparado,
como hecho a la medida.
Entonces nos iremos Todos
por las bambalinas:
Tú y yo y Sancho y el niño de Vallecas
y el místico y el suicida.
SE TODOS LOS CUENTOS
Yo no sé muchas cosas, es verdad
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos...
Que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos...
Que el llanto del hombre lo taponan con cuentos...
Que los huesos del hombre los entierran con cuentos...
Y que el miedo del hombre
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas es verdad.
Pero me han dormido con todos los cuentos...
Y sé todos los cuentos.
LA INSIGNIA
(Fragmento)
... Hay dos Españas:
la de las formas
y la de las esencias.
La de las formas que se desgastan
y la de las esencias eternas.
La de las formas que mueren
y las de las esencias que comienzan a organizarse de nuevo.
En la España de las formas desgastadas
estás los símbolos obliterados,
los ritos sin sentido,
los uniformes inflados,
las medallas sin leyendas,
los hombres huecos,
los cuerpos de serrín
el ritmo doméstico y sonámbulo,
las exégesis farisíacas,
el verso vano
y la oración muerta que van contando las avellanas horadadas de los rosarios.
Dios, la fuerza creadora del mundo,
se ha ido de esa España
y todo se ha quedado sin substancia.
Nuestra morada nacional entonces
es una cueva donde ordena la avaricia,
y los privilegios de la avaricia.
Es la época de los raposos.
Y los pueblos de Historia tan pura como el nuestro
no son ya más que madrigueras
donde los raposos amontonan su rapiña.
En la España de las esencias que quieren organizarse de nuevo,
están las ráfagas primeras que mueven las entrañas nacionales,
los huracanes incontrolables que sacuden la substancia dormida,
la substancia prístina de que está hecho el árbol, y el cuerpo del /hombre.
Y están también los terremotos que rompen la tierra,
desgarran la carne,
desbordan los ríos,
y las arterias de nuestra anatomía
para dar salida al espíritu encadenado
y mostrarle su camino hacia la renovación y hacia la luz.
Es la época de los héroes.
De los héroes contra los raposos.
Es la época en que todo se deforma y se resuelve;
las exégesis se cambian del revés,
los presagios de los grandes poetas se hacen realidad,
aparecen nuevos Cristos.
Y las viejas parábolas evangélicas se escapan de la ingenua
retórica de los versículos, para venirse a mover y a organizar
nuestra vida.
Ahí están. ¡Miradlas!
Ahí están en el aire todavía,
temblando de emoción,
cruzando los cielos desde hace veinte siglos,
en la curva evangélica de una parábola poética,
estas palabras revolucionarias,
estas palabras comunistas,
estas palabras anarquistas.
"Es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja,
que entre un rico en el reino de los cielos".
Los curas las han estado
escupiendo,
vomitando desde los púlpitos,
centuria tras centuria,
años tras año,
domingo tras domingo.
Los prelados y los obispos las han llevado
de catedral en catedral,
de iglesia en iglesia,
de plática en plática,
y han acabado siempre por sentarse, después de los sermones,
/a la mesa de este rico de tan dudosa salvación,
/para decirle así, de una manera abierta y paladina:
El Evangelio no es más que una manera lírica de hablar.
Metáforas,
metáforas retóricas.
Retórica todo.
Metáforas hechas sólo para adornar el sermón melifluo y
/dominical de los predicadores elegantes
¡Qué otra cosa podría ser? -dice el raposo.
¡Qué otra cosa podría ser? -dice el hombre doméstico.
Pero he aquí que llegan ahora unos hombres extraños,
los revolucionarios españoles,
los anarquistas ibéricos,
el Hombre heroico que dice: No hay retóricas;
el Hombre heroico que dice:
el verbo lírico de Cristo y de todos los poetas no es una quimera,
e un índice luminoso que nos invita a la acción y el heroísmo,
y esta metáfora del camello y de la aguja,
del pobre y del rico,
tiene un sentido que, desentrañado y realizado, puede
/llenar, si no de alegría, de dignidad la vida del hombre.
Esta es la exégesis heroica,
la exégesis anarquista,
la exégesis comunista,
la exégesis revolucionaria.
Escuchad:
Hay que salvar al rico.
Hay que salvarle de la dictadura de su riqueza,
porque debajo de sus riquezas
hay un hombre que tiene que entrar en el reino de los cielos,
en el reino de los héroes.
Pero también hay que salvar al pobre.
Porque debajo de la tiranía de su pobreza
hay otro hombre que ha nacido para héroe también..
Hay que salvar al rico y al pobre.
Hay que matar al rico y al pobre para que nazca el HOMBRE,
el hombre heroico,
El hombre, el hombre heroico es lo que importa.
Ni el rico,
ni el pobre,
ni el proletario,
ni el diplomático,
ni el industrial,
ni el comerciante,
ni el soldado,
ni el artista,
ni el poeta siquiera, en su sentido ordinario importan nada.
Nuestro oficio no es nuestro destino.
Nuestra profesión no es lo substantivo.
No hay otro oficio no empleo que aquél que enseña al mozo a ser un héroe
El hombre heroico es lo que cuenta.
El hombre ahí,
desnudo,
bajo la noche,
y frente al misterio;
con su tragedia a cuestas,
con su verdadera tragedia,
con su única tragedia.
La que surge
cuando preguntamos,
cuando gritamos en el viento:
¿Quién soy yo?
Y el viento no responde
y no responde nadie.
¿Quién soy yo?... Silencio... Silencio...
Ni un eco... ni un signo...
Silencio.
Para que grite conmigo, busco yo al rico y le digo:
deja tus riquezas y ven aquí a gritar.
Todas las lenguas en un grito único
y todas las manos en un ariete solo,
para derretir la noche
y echar de nosotros la sombra.
No hay dictaduras humanas.
Estrellas,
sólo estrellas,
estrellas dictadoras nos gobiernan.
Pero contra la dictadura de las estrellas,
la dictadura del heroísmo.
Y si las estrellas dicen:
siempre habrá pobres y ricos,
y el pez grande se come al chico;
contra la palabra de las estrellas,
el esfuerzo del heroísmo colectivo.
Para que grite conmigo contra los designios estelares busco yo al hombre,
para que junte conmigo su angustia y la funda con la mía en una
/sola voz, busco yo al hombre.
Esta es la exégesis heroica,
esta es la exégesis heroica, que tan bien le va al español,
al español revolucionario,
al comunista español,
al anarquista ibérico,
al anarquista angélico y adánico,
para quien la vida no es ni ha sido nunca
una cuestión de felicidad,
sino una cuestión de heroísmo.
Y su sangre,
esa sangre que está vertiendo ahora,
y la que ha vertido a través de la Historia,
no se puede medir con un criterio pragmático.
Esta es la exégesis heroica.
En cuanto se ha definido como doctrina
y ha adquirido posibilidades de realidad,
el mundo doméstico de los fariseos
y la avaricia de los raposos
se han vuelto furiosos contra ella.
Y ahora,
ahora no hay más que una lucha enconada entre dos clases de hombres:
la de los que quieren seguir la curva lírica de esta parábola en el cielo,
hasta sus últimas posibles realidades,
hasta verla caer en la tierra y moverse aú, abriéndole caminos
/nuevos al hombre por la Historia....
y la de los que aseguran que interpretar así la parábola es una
/blasfemia y una herejía.
Somos los viejos herejes del mundo,
contra los eternos fariseos,
contra los raposos que amontonan la rapiña detrás de las puertas.
Y no buscamos la felicidad.
Camaradas,
españoles revolucionarios.
comunistas ibéricos,
anarquistas adánicos y angélicos,
un día
tendremos ya pan y ocio,
y ya no habrá hambre ni prisas en el mundo.
Pero no seremos felices tampoco.
No hay posadas de felicidad
ni de descanso.
Se va siempre por un camino heroico hacia la dignidad y la
/superación de la vida.
Se cambiarán de sitio nuestras llagas,
nos dolerá otra carne,
y de sierras más frías bajará nuestro llanto.
Un día,
aquél mendigo chino
ya no estará a la puerta del hotel
golpeando allí por una rebanada de pan,
estará en la pirámide,
en la giba más alta de la Sierra Madre,
golpeando en el cielo,
en la puerta del cielo,
en el pecho de Dios,
por una rebanada de luz.
Esta es mi palabra.
Y la tuya también.
La vieja palabra de todos los poetas del mundo,
de todos los poetas del mundo,
(con el signo épico y activo que aquí hemos dado a la palabra y al oficio).
No es la palabra de los demagogos
¿Soy yo un demagogo?
Yo no hablo a los españoles de felicidad,
sino de heroísmo.
Y digo también:
yo no conozco a los hombres
ni al restaurante
ni a la biblioteca
ni a la Bolsa...
Los llevo hacia esas cumbres altas.
¡OH, POLVO AMARILLO Y MALDITO...
¡Oh, polvo amarillo y maldito
que nos trajo el rencor y el orgullo
de siglos
y siglos
y siglos...!
Porque este polvo no es de hoy,
ni nos vino de fuera:
somos todos desierto y africanos...
¿Y para qué hemos de llorar ya más
si nuestro llanto no aglutina...
ni en los clanes rojos
ni en las harcas blancas...?
En España no hay dos bandos,
en este tierra no hay bandos...
No hay más que una hacha amarilla
que ha afilado el rencor...
AUSCHWITZ
(A todos los judíos del mundo, mis amigos, mis hermanos)
Esos poetas infernales,
Dante, Blake, Rimbaud...
Que hablen más bajo...
¡Que se callen!
Hoy
cualquier habitante de la tierra
sabe mucho más del infierno
que esos tres poetas juntos.
Ya sé que Dante toca muy bien el violín...
¡Oh, el gran virtuoso!...
Pero que no pretenda ahora
con sus tercetos maravillosos
y sus endecasílabos perfectos
asustar a ese niño judío
que está ahí, desgajado de sus padres...
Y solo.
¡Solo!
Aguardando su turno
en los hornos crematorios de Auschwitz.
Dante... tú bajaste a los infiernos
con Virgilio de la mano
(Virgilio, "gran cicerone")
y aquello vuestro de la Divina Comedia
fue un aventura divertida
de música y turismo.
Esto es otra cosa... otra cosa...
¿Cómo te explicaré?
¡Si no tienes imaginación!
Tú... no tienes imaginación,
acuérdate que en tu "Infierno"
no hay un niño siquiera...
Y ese que ves ahí...
Está solo
¡Solo! Sin cicerone...
Esperando que se abran las puertas del infierno
que tú ¡pobre florentino!
No pudiste siquiera imaginar.
Esto es otra cosa... ¿cómo te diré?
¡Mira! Este lugar donde no se puede tocar el violín.
Aquí se rompen las cuerdas de todos
los violines del mundo.
¿Me habéis entendido, poetas infernales?
Virgilio, Dante, Blake, Rimbaud...
¡Hablad más bajo!
¡Tocad más bajo!...¡Chist!...
¡¡Callaos!!
Yo también soy un gran violinista...
Y he tocado en el infierno muchas veces...
Pero ahora aquí...
Rompo mi violín... y me callo.
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